Todo gracias a ti.

Cuando te contemplo de lejos sabiendo que estás ahí, que no eres un sueño, que eres real; se me dibuja una sonrisa en el rostro, porque no esperaba verte como ocurre la mayoría de los días, y mi corazón se acelera y bombea más veces por segundo en un mero intento de expresar todos esos sentimientos dirigidos hacia ti.

Una semana, una larga semana sin verte, sin tener noticias tuyas, y de repente apareces ahí, tan guapo como de costumbre, con tus preciosos ojos observándome y tu espléndida sonrisa, que me alegra saber que ha aparecido gracias a mí.

Pero cuando me miras y me dices un simple "Hola", por insignificante que sea, el día brilla una vez más, la alegría dentro de mí crece en tan solo segundos y mi corazón late más y más fuerte, porque cuando ocurren esos detalles, me reconforta saber que has pensado en mí tan solo una milésima de segundo, tal vez dos, haciéndome así la persona más feliz de este mundo.

Tú despiertas en mí lo que quizá nadie pueda despertar en toda una vida, haces que algo dentro de mí cambie, que algo se accione y cobre sentido en mi interior.

Y es que, lamentablemente, te quiero desde el momento en el que te conocí.