
Una vez allí, ya empiezas a escuchar el sonido de los skates contra el suelo, un sonido al que estoy tan acostumbrada que ya hasta me parece relajante, nos metemos por un pequeño callejón y allí están, unos sentados en las escaleras riendose, otros intentando sacar algún truco que otro con el skate y otros con las bikes de un lado para otro. Un momento...¿Quién es aquel chico que está sentado en las escaleras con un skate entre las manos? No puede ser, es él. En ese preciso instante se da cuenta de que viene gente y sonrie, espera, ¿me está sonriendo a mí? Y a medida que nos vamos acercando más y más no me quita ojo de encima, ni se le borra de su rostro esa espléndida sonrisa. Y sin darme cuenta, ya tan solo estoy a dos pasos de él.
- Oh, ¿qué pasó fea? Jajaja - me dice.
- ¿Me llamas fea después de lo que me dijiste el otro día? Jajaja.
- Es broma, tu eres guapisima - y mientras yo le doy un beso en la mejilla, él me coge suavemente por la cintura.
Menuda sorpresa, no esperaba verlo, pero ahí está, y estoy feliz por saber, que voy a pasar la tarde entera con él y que me va a seguir robando sonrisas una vez más, porque solo él, consigue hacerme reír a carcajadas.